¿Tu piel se irrita con facilidad?
¿Ya no sabes qué hacer para mejorarla?
¿Has tenido un bebé hace poco y no sabes por qué tiene constantemente la piel irritada y con eccemas?
Sea cual sea tu respuesta a estas preguntas, sigue leyendo y seguro que encontrarás información de gran utilidad.
¿Qué es la piel atópica?
Aquí podría extenderme hasta casi el infinito empleando vocablos científicos y demás jergas que sólo entienden los dermatólogos, pero lo haré muy simple:
Es un tipo de piel muy sensible que se irrita, enrojece y se escama con facilidad. Aparecen eccemas y provocan un picor extremo a quien la padece.
Normalmente surge debido a unas determinadas condiciones ambientales que provocan la excesiva sequedad de la piel. También puede aparecer a causa de una reacción cutánea a un determinado tipo de textiles, jabones, o cremas.
Curiosidades sobre la piel atópica
Aquellas personas que viven en climas húmedos o en zonas costeras, son muy poco propensas a padecer este tipo de trastorno. Esto es debido a que el ambiente contribuye a una menor sequedad en la piel.
De igual modo ocurre con la gente que vive alejada de la ciudad. Cuanto mayor es el grado de contaminación ambiental, mayor es la aparición de la piel atópica.
Afecta, y mucho, a las clases sociales más altas, mientras que en las más bajas apenas existe. Se cree que esto es así debido a que las clases sociales más pudientes tienen una higiene excesiva, salen menos a la calle y usan mayor cantidad de químicos sobre su piel, entre otros.
Hay un marcado factor genético. Si alguno de los padres, biológicamente hablando, han tenido o tienen este tipo de piel, entonces sus descendientes nacen con una alta probabilidad de tenerla también.
Las personas que sufren de esta condición son más propensas a padecer alergias alimentarias, así como asma u otro tipo de alergias.
Normalmente aparece en la infancia siendo, en la mayoría de los casos, revertida durante este periodo. Sin embargo, también hay algunos adultos que la padecen.
¿Cómo cuidar la piel atópica?
La teoría es simple: hidratación, hidratación e hidratación.
Para obtener el nivel de súper hidratación requerido hay que usar productos 100% de origen natural. Y cuando digo 100 es 100, no vale un 99.
¡Ah!, y también evitar (o intentar evitar) todas las situaciones ambientales desfavorables. Y con ambientales no me refiero sólo al lugar geográfico en el que vivamos o a dónde vamos de vacaciones, sino también a:
Cremas
Se pueden emplear aquellas diseñadas para pieles sensibles, secas y/o atópicas; aunque no siempre dan mejores resultados que otras de origen natural diseñadas para pieles normales.
Jabones
Misma situación que en el caso anterior.
Detergentes (y suavizantes) para la ropa
Los hay para pieles sensibles, aunque ocurre lo mismo que en los casos anteriores.
Y mucho ojito con los suavizantes. Lo más recomendable es prescindir de ellos en su totalidad.
Textiles de uso diario
Aquellos materiales no naturales pueden causar la aparición de picores, rojeces y/o eccemas en estos tipos de pieles. Es mejor emplear prendas con una composición del 100% en materiales de origen natural, como el algodón o el lino.
Además, es preferible usar prendas holgadas que permitan a la piel respirar y no ocasionen fricción. Limitar al máximo el uso de leotardos, medias, leggins, ropa interior térmica, etc.
Si quieres saber más con respecto a los materiales textiles, te recomiendo que leas mi post acerca del tema. Es muy cortito e instructivo.
Materiales manipulados
Todos aquellos materiales con los cuales se convive muchas veces causan muchísimos problemas en la piel.
Y no hablo de los productos de limpieza precisamente sino, por ejemplo, de la arena de los parques infantiles, que está fabricada con una mezcla de materiales molidos y productos químicos.
En estos casos se recomienda proteger la piel al máximo mediante una barrera, tipo una capa de ropa o bien guantes o zapatos con calcetines. De no poder ser así, lo mejor es lavar la piel a la mayor brevedad posible e hidratarla en profundidad posteriormente.
Comidas
Aunque no se tenga ninguna alergia alimentaria, es muy frecuente que quienes la padezcan sufran reacciones cutáneas al contacto con determinados alimentos.
Aquellos que son ricos en histamina, como la berenjena, el tomate, el huevo, la leche… pueden producir reacciones dignas de cualquier ataque de alergia, pero no son lo mismo.
En estos casos se ha de lavar la piel muy bien con agua y jabón y las erupciones irán desapareciendo poco a poco.
Higiene
Este es un gran problema en el mundo desarrollado. Nos guste o no, las duchas diarias hacen estragos en nuestra piel y no son recomendables.
Pero, ¿entonces tenemos que ser unos guarros?
No, yo no he dicho eso. Que no nos duchemos a diario no quiere decir que no nos lavemos. Los expertos recomiendan mantener una higiene diaria en nuestras partes íntimas, axilas, cara y poco más; y darnos una ducha un par de veces por semana.
Mi experiencia teniendo piel atópica
A nivel personal, padezco de piel atópica desde que tengo uso de razón.
Sin embargo, mi caso particular no es el normal. A mí no me salen eccemas localizados como al resto de la gente que sufre esta afección. Lo que me ocurre es que se me seca la piel con mucha facilidad, se me escama, se me rompe, me pica… pero me echo crema y se me pasan todos los males.
Hoy en día puedo decir que tengo la situación controlada y no me supone un problema, a excepción de que siempre tengo que llevar mi crema corporal adosada a mí. Después de cada ducha me tengo que embadurnar de arriba a abajo, y cuando voy a la playa o la piscina igual.
En resumen, los únicos cuidados que requiere mi piel son:
- Lavarme mucho y ducharme poco, tal y como vimos en el apartado anterior.
- Hidratarme muy mucho después de cada ducha (de ahí que mis duchas sean eternas).
- Y tener mucho cuidado con la ropa. Nada de suavizantes y usar tejidos naturales.
Mi experiencia con un bebé con piel atópica
Recuerdo cuando estuve embarazada por primera vez y asistía a las clases de preparación al parto.
Durante una clase, la matrona nos dijo que los bebés recién nacidos no necesitaban hibratación en su piel, tampoco jabones. Que de bañarlos, simplemente los sumergiríamos un poco en agua limpia, echándoles agüita con ayuda de nuestra mano o esponja por encima sin llegar a frotar, luego sacar, secar a toquecitos y listo.
Total, que preparo mi maleta para el hospital y no meto nada de cremas ni de jabones para el bebé… ¡Tonta de mí!
El bebé nace y a las 24 horas se le empieza a romper la piel de los pliegues de los tobillos hasta el punto de que se le ve la carne viva y roja por debajo. Llamamos a la enfermera y se queda con una cara de ¡Oh, Dios mío!, y nos dice que tenemos que empezar a hidratarlo como sea…
Pues nada, le tuve que echar la crema que había llevado para mí. No era lo más adecuado para un bebé, pero era lo único que tenía en aquel momento.
MORALEJA: Lleva siempre de todo para el bebé durante su estancia en el hospital.
Cuando llegamos a casa le hidratamos con aceite de almendras puro, pero no mejoró. Le fueron saliendo eccemas por más partes del cuerpo y, al llegar el invierno, incluso la cara se le puso fatal, le salieron unos ronchones horrendos detrás de las orejas que incluso supuraban…
Fuimos cambiando de crema, de gel de baño, de detergente para la lavadora, usábamos pañales de tela en lugar de desechables, etc., pero nada curaba su piel.
De vez en cuando le salían brotes nuevos (sobretodo en verano) que nos costaba meses curar. Gastábamos toneladas de crema para el culete, y no sólo para usarla en la zona del pañal, sino también para ponérsela encima de los eccemas en todas las partes del cuerpo cuando le picaban mucho.
Finalmente, después de dos años, volvimos a cambiar los productos por vez número… ¿10? y llegamos a “Weleda” y su línea de malva blanca. Concretamente, los productos que nos funcionaron fueron estos 3:
- Crema corporal para hidratación general:
- Crema de pañal que usábamos sobre los eccemas de cualquier parte del cuerpo:
- Gel de baño y champú:
En cuestión de tres meses el niño estaba totalmente curado y hoy, un año después, no le ha vuelto a salir ni un solo eccema más.
Y, por si os interesa el dato, el eccema del tobillo que le salió al poquito de nacer se le curó a los 9 meses.
Piel atópica en la escuela infantil
Mi hijo ha sido de los pocos niños que casi no se han puesto malos una vez empezó la escuela infantil. Eso sí, la mayoría de los días que faltó, sobretodo el primer año, fueron a causa de problemas derivados con su piel atópica.
Empezó a asistir al cole un poquito antes de los 5 meses y, a los pocos días ya empezaron los problemas.
Cuando lo iba a recoger salía con la cara fatal, toda roja, con la piel levantada, con manchas…
A continuación os narro algunas de las experiencias que viví en la escuela infantil derivados de sus problemas de piel. Son los episodios más graves aunque ha habido más y, hasta casi terminar esta etapa, fue muy duro estar cuidando su piel en casa y en la escuela, tanto por nuestra parte como por parte del profesorado.
La dermatitis por los textiles
Un día, unas 2 ó 3 semanas después de empezar, salió especialmente mal. ¡Y eso que sólo había estado ahí tres horas!
Lo llevé a casa y no paraba de llorar, no dormía, no comía, sólo lloraba. Estaba tan rojo que decidí darle un baño un poco fresquito a ver si se le pasaba, pero acabó llorando más.
Ante mi desesperación y que no sabía qué le pasaba (bien, intuía que podía ser por la piel, pero lloraba tanto que llegué a pensar que quizás podía ser algo peor), decidí llevarlo a urgencias. Llamé a papá para que viniera también.
Al ser las urgencias de un centro de salud y que era más tarde de las 20:00, nos atendió un médico que no era pediatra. Sin embargo, nada más verlo ya tuvo el diagnóstico: dermatitis atópica extendida por todo el cuerpo.
Nos dio un antihistamínico para que se lo diéramos cada 8 horas y que al día siguiente lo viese su pediatra. Con el medicamento lo calmábamos bastante, pero no era una solución definitiva.
Al día siguiente, ya en su pediatra, nos dio una pomada con corticoide para las zonas que peor tenía y nos aconsejó lo que ya sabíamos:
- Hidratación, hidratación e hidratación
- Ropa holgada y de algodón
- Baños pocos y fresquitos
- Que descansase unos días en casa antes de volver al cole
Así lo hicimos pero, cuando volvió, otra vez empezó a ponerse fatal por la zona de la cara. Siempre empezaba por la cara.
Un buen día, su profesora me dijo: “el niño está bien hasta que se levanta de la siesta. Creo que puede ser una reacción a los productos con los que se lavan las sábanas, mejor tráeme tú unas de casa y yo te las voy devolviendo para que las laves con su jabón”.
Dicho y hecho, eran los textiles que usaban en la escuela los que le hacían polvo la piel.
La “no” alergia alimenticia
Un día, cuando el niño tenía unos ocho meses, me llaman al trabajo.
Raquel, soy M, la profe de apoyo de la escuela infantil. Verás, le hemos dado el puré al niño y fenomenal, pero después le dimos un poco de comida sólida y, antes de llevársela a la boca, le ha salido una reacción alérgica por todo el cuerpo. ¡Tienes que venir y llevártelo a urgencias!
Salí del trabajo, cogí el coche y me personé ahí súper preocupada.
Me lo encontré en brazos de la profe de apoyo (su profesora habitual se había cogido el día de vacaciones y no estaba, lo que resultó ser algo crucial). Veo que mi bebé está en pañal y tiene todo el cuerpo con un sarpullido leve pero misteriosamente la cara está bien.
Me lo llevé a casa, se me durmió en el coche y decidí observarlo antes de ir al hospital con lo puesto y tener que quedarme allí durante horas.
Lo dejé en su cuna y pude ver cómo le fue bajando la rojez muy rápidamente. Finalmente, no vi necesario ir a urgencias.
Al día siguiente se lo comento a su profesora habitual y me dijo que eso es lo que siempre le pasaba al niño si lo metían en la trona sin ropa, porque la funda textil de la silla le daba reacción…
Una vez más, eran los textiles que usaban en la escuela los que hacían que su piel reaccionase.
La arena del patio
Pasó un año desde el incidente de la trona y llegó el calor estival al nivel 1-2 años.
Por las mañanas, a primera hora, dejaban a los niños de esa edad jugar en el patio. La escuela tenía dos patios exteriores. El de bebés era de césped, y el de los mayores de arena.
Debido a que hacía un calor insoportable, todos los niños (incluido el mío) iban con ropa corta y en sus salidas al patio lo que más les gustaba hacer era la croqueta en la arena.
Uffff, aquello fue terrible. Aunque su profesora tenía la paciencia para después meterlo debajo de la ducha y echarle crema no era suficiente, y esa época se convirtió en “la fiesta de los eccemas”.
De verdad, no entiendo el por qué de hacer los parques de arena con la cantidad de problemas epiteliares y respiratorios que ocasionan en gran parte de la población infantil. Puestos a que se manchen podrían hacerlos de césped o de tierra sin más que, al menos, son sustancias naturales.
No me malinterpretéis, cuando me digo arena me refiero a la que viene de origen químico, no a la de playa. La de playa, al igual que el agua salada, vienen muy bien para este tipo de pieles.
Aquel verano se puso tan tan mal, que en casa teníamos que dejarlo totalmente desnudo para que se le curaran las piernas y el culete. Pero oye, debido a esto aprendió a hacer pipí en el váter y ya no volvió a usar pañal nunca más (salvo por las noches).
¿Alguien más ha tenido problemas tan heavys con este tipo de piel?
Me encantaría conocerlos en los comentarios.